Vivimos en una época donde la tecnología avanza casi a diario y los descubrimientos científicos se solapan entre sí. Sin embargo, todavía existen muchas enfermedades que no poseen cura conocida.
Tal es el caso de enfermedades crónicas como la osteoartritis, la diabetes tipo II, el cáncer, la demencia senil, y otras.
Por lo general, el tratamiento para dichas enfermedades está orientado a mitigar los síntomas y evitar su progresión. No obstante, varios de los medicamentos prescritos pueden tener efectos secundarios no deseados.
Por ejemplo, la gastritis asociada al consumo prolongado de analgésicos no esteroideos, usados en la osteoartritis.
Cada vez más pacientes tienen a buscar alternativas de carácter natural que no representen un riesgo adicional para su estado de salud. Por ese motivo se ha despertado un especial interés en la medicina tradicional y las plantas usadas durante siglos en su práctica. Una de esas plantas es la Ashwagandha.
Un adaptógeno natural
La Ashwagandha es una planta usada desde hace 3.000 años en el sistema médico tradicional hindú (Ayurveda). También se le conoce con el nombre de Ginseng indio, cereza de invierno y bufera. Científicamente es llamada Whitania somnífera.
Como consecuencia de su olor particular y efecto energizante, no es de extrañar que su nombre en sánscrito signifique “olor a caballo”. En Ayurveda suele emplearse como tónico general y complemento nutricional. Se utiliza para mejorar la salud, incrementar la vitalidad y prevenir enfermedades.
Debido a su condición de agente medicinal con múltiples propósitos, se le considera un adaptógeno. Los adaptógenos protegen al cuerpo del estrés y lo ayudan a lidiar con sus efectos. Por ende, generan un incremento no específico en la resistencia física y bioquímica del cuerpo a agentes adversos, ocasionando reacciones adaptativas.
Los componentes activos de la Ashwagandha se encuentran en las hojas, raíz y brotes. Sin embargo, la raíz es principalmente la utilizada para su preparación medicinal. Dentro de la diversidad de compuestos presentes en la Ashwagandha, se encuentran alcaloides y lactonas esteroideas, llamadas withanólidos. De los withanólidos, la withaferina A y los withanólidos A y D son los más importantes.
¿Cómo actúa la Ashwagandha?
La respuesta no es simple. Los compuestos de la Ashwagandha son capaces de inhibir la activación del factor nuclear κB (NF- κB). También reducen la muerte celular programada e incrementan la expresión de enzimas antioxidantes a nivel molecular.
El NF- κB ha sido ampliamente estudiado como un promotor en la expresión de genes relacionados con el proceso inflamatorio. Por consiguiente, al inhibir su activación, la Ashwagandha tiene un efecto antiinflamatorio en el tejido celular. Además, combinado con el efecto inmunomodulador que posee, la Ashwagandha aumenta la defensa del organismo a las enfermedades crónicas.
De igual forma, se ha comprobado que el uso de Ashwagandha reduce los niveles de cortisol en sangre. El cortisol es una hormona relacionada con el estrés y generada por las glándulas suprarrenales localizadas encima de cada riñón. De allí su componente antiestrés.
Actualmente, el ritmo y la forma de vida hace que nuestro organismo se enfrente a múltiples agentes estresores. Como consecuencia, existe una liberación constante de cortisol en nuestro torrente sanguíneo.
El cortisol es una hormona diseñada para ayudarnos a responder a las demandas requeridas. Sin embargo, su presencia elevada y de carácter prolongado en nuestro organismo es perjudicial. La obesidad, los trastornos de sueño, depresión y las enfermedades neurodegenerativas son algunas de las condiciones relacionadas con el estrés mantenido a largo plazo.
Por tal motivo, el empleo tradicional de la Ashwagandha resulta aplicable a la vida moderna. Su consumo puede reportar beneficios en la reducción del estrés cotidiano, mejora de la salud y prevención de enfermedades.
Una planta, múltiples usos…
Como se ha mencionado previamente, la Ashwagandha es una planta usada en el tratamiento de diversas enfermedades. Se han realizado ensayos clínicos sobre su acción antiinflamatoria, inmuno-moduladora, antienvejecimiento, quimio y cardio-protectora. Además, su beneficio en el tratamiento de enfermedades neurodegenerativas está siendo actualmente estudiado.
Sin embargo, existen usos aún más diversos para esta planta. Se ha reportado una mejora en la función sexual en hombres y mujeres tras el consumo de Ashwagandha. De igual forma, se ha comprobado su utilidad como suplemento deportivo. Sirve para incrementar los beneficios obtenidos de un entrenamiento de fuerza y de resistencia aeróbica.
Posologia
De acuerdo con el propósito que se busque alcanzar con el uso de la Ashwagandha, la dosis empleada puede variar. Por suerte, he aquí una prescripción de acuerdo con la dosificación empleada en diversos estudios clínicos, así como el tiempo de uso:
- Stress y ansiedad: 300mg dos veces al día, durante 8 semanas.
- Fortalecimiento y adaptación muscular: 300mg dos veces al día, usado por un período de 8 semanas durante el estudio.
- Aumento de la resistencia cardiorrespiratoria: 300mg de extracto dos veces al día, durante 12 semanas; o 500mg una vez al día durante 8 semanas.
- Disfunción sexual en hombres y oligoespermia: 225mg de extracto tres veces al día durante 12 semanas.
- Mejora del sueño: 600mg de extracto una vez al día (antes de la cena) durante 8 semanas
- Disfunción sexual femenina: 300mg de extracto dos veces al día durante 8 semanas.
- Memoria y función cognitiva: 300mg de extracto dos veces al día durante 8 semanas.
- Osteoartritis: 450 mg de extracto al día por 12 semanas.
Para finalizar, es importante destacar que la Ashwagandha ha demostrado ser una medicina complementaria sin efectos tóxicos secundarios. De igual forma, su ingesta no debe acompañar el uso de sedantes, como los barbitúricos, ya que la Ashwagandha puede potenciar el efecto de dichas drogas.
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